10/2/11

SENSACIONES PARA UN CORAZÓN ESCONDIDO I

 (Algunas Magias)

Autor: © Jesús Alejandro Godoy

Escribes en mis ojos tus días por venir, por que sólo soy un pasajero de tus sueños; y me hablas de tu amor, modelando mis labios con tus manos y mi alma con todo lo que no puedo ver de ti.
El silencio me hace amarte y las palabras que trato de pronunciarte, me dejan sediento de tu presencia, como aquel poeta que de tanto amar la luna se volvió un ave de cielo.
Me distraigo de mis momentos cuando te veo caminar a mí alrededor; y sé que ya he perdido gran parte de mis días, mirando tus finas curvas y siguiendo la estela de tu camino.
Y no te sufro, tanto como sufro el perder mis días en tus ojos, por que ahí vivo, aquí existo… solamente cuando me ves.
Esgrimes algunas magias que me dejan exhausto de ayeres y deseoso de futuros contigo; me haces desdecirme de toda belleza ajena que veo a mi lado; y sin embargo, cuando te miro, no es el deseo lo que me llama de ti, sino esta necesidad que tengo de que te interpongas en mi camino para aprender a seguir mis propios pasos.
Delineas mis distancias cuando te extraño, y es sufrimiento seguro el escucharte suave y altanera, cuando sabes que en ése instante no puedes ser mía. Juegas a dejarme y vives continuamente el recuperarme, cada vez que me encuentras disperso mirando las estrellas.
Y no te sufro, tanto como sufro el perder mis momentos en tus labios, porque te los llevas y me dejas desprotegido y afligido de ti; y sólo cuando regreso, es que me pones en orden para luego volverme a despedazar con tus sentidos.
Mi guardián de lo eterno ya me persigue como un hereje porque sabe que te he dado mi alma; y preocupado, llama a los ángeles para que me convenzan el que le descubra mis intenciones de morir de felicidad.

…Alguna vez imagino cuando te vas sin decirme el porqué y me dejas dentro de mi cuerpo inservible; pero después mientras cae el sol y voy pensando en mi rutina, te vuelvo a encontrar en nuestra casa acurrucada a mi mañana; y mientras te llevo dormida en mis brazos, pienso que lo que vivo, es como sentarse a hablar con Dios de las delicias del universo, y de ese extraño amor que de tanto ser amado se volvió un sin nombre solamente para ser sentido.
Me he resignado a la idea de ser tan feliz, que, aún teniéndote en mi lugar, no me adueño de tu sombra, sino que saboreo tu sonrisa disfrutando la simpleza de tus acciones, y sé que a veces, me descubres lamentado la desgracia de haber padecido tanto dolor antes de que me encontraras moribundo y me hablaras de los sueños que hoy vivo contigo.
Quemas mis naves a cada paso, y ya no quiero volver, porque no dejo placeres detrás de mí, sino, que dejo momentos guardando tu memoria.
Padecerte es amarte más aún de lo que puedo aceptar; y extrañarte, es pedirle a mi calendario que se quede inerte y algo desmañado, murmurando, que ya no pasará los días, sino, que me hablará del mañana como esa tormenta lejana que jamás llega.
Escucharte complacida es reconocerme hombre, y mirarte en silencio es desear jamás morir; quizá por eso de vez en cuando, te robo la madrugada para hablar con la luna, de ese poeta, que de tanto amar, se volvió un ave de cielo.

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